Posos de café

Estamos en un café cualquiera de un barrio cualquiera. En mesas separadas seis mujeres se sientan para relatar, como quien adivina su destino en los posos de la taza del café, la historia de sus vidas. Una mujer mundana y fatal que fabula una vida vibrante de lujos y amoríos. Otra, comprometida con la causa feminista, que a Manolo le pide, con desparpajo, que se haga la cena solo. Una tercera que, enferma imaginaria, vive en permanente zozobra de virus, bacterias y miasmas. Luego la chismosa, cuya sola razón de existir parece ser conocer la vida de los otros, para luego desvelarla. También una mujer  paranoica, que cree ser una princesa romana destronada a la que persiguen por el mundo los servicios secretos. Finalmente, la beata perfecta, consagrada en cuerpo y alma a invocar a la Virgen. Seis mujeres a las que un amor cambió la vida. Unas vidas que acabaron  cogiendo caminos extremos y desde allí oyen de nuevo el nombre de ese  hombre ya olvidado, un donjuán rodeado de seis sospechosas, de seis despechadas, de seis corazones que se rompieron, tropezaron y cayeron sin poder levantarse y volver a caminar como antes.